viernes, 24 de mayo de 2019

Sobre la toma del Rectorado de la UDO sin aparentar inocencia


Tratando de ser coherente con mi forma de apreciar las cosas, y partiendo de la premisa metodológica según la cual la perspectiva que se llega a tener de un objeto de estudio estará influida por el lugar o la posicion desde la cual se observe, me permitiré dar una mirada a la situación de la toma del rectorado de la UDO, ya que la misma ha afectado un interés personal, como es la suspensión de las actividades del doctorado en Estudios Sociales del cual soy cursante.

Sin entrar en detalles sobre la continuidad de algunas labores en la UDO Sucre, así como en los núcleos de Anzoátegui, Bolívar (hasta con acto de grado), Monagas y Nueva Esparta, si es que ello implicara solidaridad o rechazo para con la toma o para con las autoridades de la UDO, quiero centrar la atención en la naturaleza política de la acción de protesta de los tomistas, por cuanto en ese plano percibo, desde donde puedo observar, mentiras y medias verdades que oscurecen el acontecimiento.

Es incontrovertible que los servicios de la UDO presentan un avanzado estado de deterioro y fallas que afectan medularmente el funcionamiento de la universidad y por ende la calidad de su labor, como incontrovertible es que lo mismo ocurre a escala nacional con el funcionamiento de la República. Con base en las competencias de cada autoridad no debería haber dudas de que en el caso de la UDO la responsabilidad inmediata recae en el Rectorado, principalmente en la rectora, como tampoco las hay de que para el caso de la nación la responsabilidad principal recae en el Presidente Maduro.

Menciono estos dos niveles porque vi unas declaraciones televisadas de la Rectora Milena Bravo, en las que reconocía casi todos los aspectos del argumento de los tomistas del rectorado, sólo que ubicaba la responsabilidad en el Gobierno Nacional, según ella, porque el gobierno no le manda los recursos. Curiosamente, la rectora escoge una linea de justificación que en mi opinión se asemeja al argumento del Gobierno Bolivariano, al señalar como principal causante del deterioro de los servicios públicos nacionales, el bloqueo que a ciencia cierta practica el Gobierno de los Estado Unidos contra la nación venezolana, con la diferencia que en el caso del Gobierno hay elementos de prueba que confirman la existencia real del bloqueo y las sanciones, como que en SITGO hay una Junta Directiva impuesta por la connivencia Guaidó-Trump, Oro de las reservas Venezolanas bloqueadas por bancos europeos y norteamericano, miles de millones de dólares y euros en el limbo de transacciones bancarias internacionales que fueron interrumpidas, personas sin poder atenderse en un hospital oncológico de Italia porque Venezuela no puede procesar el pago mediante la banca internacional aun teniendo el dinero, entre otras tantas cosas que se sienten en el día a día venezolano. Entonces ¿por qué la Rectora considera que para ella si es válida una justificación que ella misma no admite como válida para el Gobierno?

En esencia el argumento de la Rectora es que ella no es eficiente en el cumplimiento de sus responsabilidades porque Maduro no la deja, al negarle los recursos que le corresponden a la Universidad, misma que según una de las aristas de la autonomía universitaria debería tener capacidades creadas en las décadas que lleva de funcionamiento para autogeneración de recursos (autonomía financiera) mediante los resultados de la investigación aplicada, entre otras. Es curioso que la rectora, que en reiteradas ocasiones ha manifestado que el presidente Maduro debía renunciar dada la imposibilidad de dar respuestas a muchas de sus responsabilidades, sin importar las causas de esa imposibilidad, no considere válido también para ella el mismo razonamiento y coherentemente con ello, presente su renuncia, en apego a la máxima popular: “Lo que es bueno para el pavo es bueno para la pava”.

¡Y vino la toma del rectorado! No ha faltado quien diga, desde otro ángulo de visión, que detrás del mismo lo que hay es la intención de forzar o justificar la salida de la Rectora, dada su posición política, por demás conocida, contra el Gobierno Nacional, negando con ello toda legitimidad a la acción de protesta que un grupo de estudiantes y algunos ex-estudiantes protagonizan en el rectorado. Como ya vimos, los motivos expuestos por los tomistas efectivamente existen, tal como lo puede confirmar cualquier udista activo, y como lo admitió la propia rectora de manera púbica a través de medios de comunicación nacionales y regionales.

Como también vimos, la responsable directa de dar respuestas sobre tales situaciones corresponde a la Rectora Milena Bravo, por lo que hay una legitimidad de origen de las razones expuestas por los estudiantes protestantes, y pertinencia respecto de la instancia hacia la cual se dirige la protesta, como lo es el rectorado, amén de la vía de hecho utilizada que implica la toma física de dichas instalaciones, con los pro y los contra que trae consigo tanto para los protagonistas de la acción como para la comunidad universitaria. Y valga aquí hacer notar que no está en la intención del grupo de estudiantes causar una suspensión de actividades, mas allá de las del Rectorado I, puesto que a diferencia de otro tipo de protestas en las que se toman las instalaciones donde se realiza la actividad docente, esta toma solo afecta una dependencia exclusivamente administrativa, al punto que, como vimos, hay actividades tanto en el núcleo de Sucre como en los de otros estados. No obstante, los intentos de deslegitimar esa acción han ido desde la difusión de falsas noticias de “desvalijamiento”, “robo”, “violencia de colectivos de la Gobernación y la Alcaldía”, hasta la atribución de exclusivos objetivos políticos; sobre esto último quiero enfatizar, sin querer aparentar inocencia.

El 23 de enero ocurrió en el país un hecho político de gran importancia, en el cual un Diputado, actuando en nombre de un Poder Público declarado en desacato contra los otros cuatro poderes del Estado, se auto-proclamó, fuera de toda norma, Presidente de la República (y al mismo tiempo de la Asamblea Nacional) y desde entonces ha promovido acciones nacionales e internacionales contrarias a nuestro ordenamiento jurídico, a la soberanía de nuestro territorio y a los intereses económicos y sociales de la nación, hechos estos avalados y apoyados por la Rectora de la UDO, Milena Bravo, quien no se limitó a dar reconocimiento político a la auto-proclamación sino que mediante actos formales, nulos por cierto, puso junto al consejo universitario, a toda la universidad en una situación en la cual la UDO desconoce a los poderes constituidos, alineándola con el único poder en desacato y, más allá, con los fines políticos públicamente declarados por una potencia extranjera. ¿o no lo hizo?

En tal virtud ¿como podría alguien decir que no es legitimo para el chavismo buscar la salida de Milena Bravo como rectora de la UDO, además usando contra ella los mismos métodos que ella avala contra el Gobierno? ¿no avaló la rectora Bravo el intento de ingreso por la fuerza, de personal y carga desde territorio colombiano a suelo venezolano? ¿como podría alguien en su defensa decir que no es válido que intereses extra-universitarios actúen de manera similar contra la UDO, tomando en cuenta la situación jurídica comprometida de dicha universidad producto de decisiones del consejo universitario? ¿si la rectora avaló una auto-proclamación presidencial fuera de toda norma, podría alguien solidarizado con ella cuestionar una auto-proclamación rectoral dirigida a sacarla del juego? ¿si la rectora a fijado posición en torno a que el bloqueo y las sanciones gringas contra la nación cesen cuando salga Maduro, podría alguien cuestionar que el chavismo le aplique la misma receta y declare que hasta que salga Bravo de la UDO no cesará la toma y no habrá recursos? Y no es que crea yo que la forma de sancionar a una autoridad que se ponga al margen de la ley sea organizar una toma y usarla como excusa, pero tengo claro que las acciones políticas provocan reacciones políticas y en esta situación comentada hay pocos inocentes políticos.

miércoles, 15 de mayo de 2019

Socialismo y otros trasnochos


Dice una “izquierda” actual
Que el socialismo es trasnocho;
Pernocta es manisoltar
Al capitalismo mocho

Primero el grandirigente
A él se le ocurrió ese mote
Y a él siguieron prontamente
unos pocos monigotes

Que el marxismo es trasnochada
Ideología sin sentido
Práctico, no así la almohada
De otro pensar, bien dormido

Pragmatismo, así lo llaman
E invocan sus corifeos
Hobbes, Rouseau, Montesquieu y Adam
Cual fuego de Prometeo

Según el mito europeo
Prometeo es el que ve antes
Y su hermano Epimeteo
ve después, nunca adelante

Igual que la burguesía
No previó las relaciones
Y después su economía
Buscó las explicaciones

En cambio dos alemanes
De gran genio y fuerza Crítica
sublevaron los anales
de la economía política

Italianos, rusos, chinos
Hicieron aportaciones
No verlo fijó el destino
De sendas revoluciones

La vigilia de esas noches
Nos reprocha la derecha
Trasnochada a troche y moche
Busca cerrarnos la brecha

Como si la burguesía
Siglos no hubiera tardado
En imponer con porfía
Tras fracasos su tarado

Esa vieja clase artera
Muestra su nuevo espejismo;
De salvar con su cartera
Al insomne socialismo

Donde hay algún fundamento
Chilla: ¡fundamentalismo!
E inculca el libre fermento
“Nato” del capitalismo

Bien advirtió el argentino
De aquellas armas melladas
Del Capital, ¡desatino!
Doctrina, sí trasnochada

Mas la nueva ideología
Liberalismo es, tal cual
Mas salvaje, cruel e impía
No es nueva, es neoliberal

No se trasnochen soñando
con utopías burguesas
Izquierda es vigilia andando
Un sueño que despereza

No creo en el reformismo
Ni en su falsa ideología
Me quedo con el marxismo
Que sí es una teoría

¿Lo dudas?, Vente y explica
Con tus teorías baratas
Por qué es que tu programita
Al pueblo lo lleva a gatas

La ciencia del socialismo
Del hacer es un pertrecho
Nada de cientificismo
De egos insatisfechos

El socialismo soñado
Lo tenemos que idear
Aunque sea trasnochados
¡A estudiar pues, a estudiar!

miércoles, 8 de mayo de 2019

La descabellada idea de aplicar la técnica y la tecnología a la política de cuadros del PSUV


Animado por la invitación que hiciera el Primer Vicepresidente del PSUV, camarada Diosdado Cabello, a hacer propuestas ambiciosas así parezcan descabelladas, me atrevo a lanzar esta, que cada vez que la he comentado me han dicho que no es viable porque los propios directivos y dirigentes la bloquearían de cuajo, por radical.

Voy al grano. Se trata de aplicar la técnica y la tecnología a la política de cuadros del PSUV, específicamente a sus procesos de promoción de personal a tareas de dirección tanto en el Partido como en el ámbito institucional. Una propuesta así se justifica en la extendida idea de que mas frecuentemente de lo aceptable la revolución se equivoca en la designación de responsables para tareas sensibles, en las que los fracasos de gestión pueden tener, y tienen, consecuencias negativas para la cotidianidad de la gente, incluso llegando algunas equivocaciones, mas allá de la incompetencia que en muchos casos se padece, al terreno de la traición sin que se hubiera advertido que habíamos tenido un o una traidora en un cargo de particular importancia, en el Partido o frente a la dirección de alguna institución.

La propuesta es sencilla y consiste en implementar una especie de ranking de la militancia, que contemple al menos seis variables o componentes de lo que deberían ser las características de un militante revolucionario en tareas de dirigencia, cada una de las cuales sume valores ponderados a un algoritmo, y de esa manera le asigne a cada militante un lugar en el ranking. Así el Partido y la Dirección de la Revolución tendrán bases científicamente fundadas para seleccionar al personal al que se le encomendarán tareas en las que se deba evitar fallar a toda costa.

Partiendo de la base de datos de la militancia del PSUV, las variables a considerar podrían ser: 1) Coeficiente intelectual, 2) Perfil psicológico y de inclinación política 3) Conocimientos de cultura general y pensamiento político revolucionario, 4) Prueba de polígrafo (detector de mentiras), 5) Formación académica, y 6) Experiencia laboral. Mediante el algoritmo se asignará más peso a las variables que se consideren prioritarias en cada momento dado, con base en el desarrollo de los procesos de conducción del partido y la sociedad.

Con un sistema como el propuesto podremos superar la rémora que significan los círculos de amigos y la toma de decisiones en materia de política de cuadros que no trascienden del campo visual de un decisor o de un reducido número de decisores, con toda la impronta negativa que este tipo de unilateralismo ha tenido para la sociedad venezolana en su intento de llegar a ser una sociedad socialista.

Amén de que su implementación sea progresiva dado el interés que pueda tenerse en que ciertas y determinadas personas se mantengan como parte de los equipos de Dirección del Partido y el Gobierno independientemente del lugar que pudieran obtener en el ranking si se les aplicasen las pruebas en igualdad de condiciones que al resto de la militancia, con un sistema así se crearían condiciones favorables para garantizar que en la dirección de las tareas en las que no se puede fallar (o sea en todas) haya personas que reúnan apropiadas características de inteligencia, salud mental, cultura general y política de izquierda, aptitud moral, preparación académica y experiencia de vida, aspectos estos que no se garantizan ni siquiera mínimamente bajo los procedimientos actuales de reclutamiento y designación.

Aunque me han dicho que esta idea es descabellada, la veo enteramente factible ya que para cada una de las variables a considerar existen test y pruebas estandarizadas, así como instrumentos y baremos adaptables a los fines propuestos. Incluso la veo enteramente necesaria y urgente, a menos que se prefiera seguir guiando nuestras políticas de cuadros por los falibles “olfatos infalibles” de los círculos de confianza, a sabiendas de que los resultados hasta ahora no son lo mejor a lo que podríamos aspirar dadas las facilidades que el desarrollo que la ciencia y la técnica nos ofrece actualmente, lo cual si es descabellado, suicidamente descabellado para una revolución.

martes, 30 de abril de 2019

El golpe de Estado en flux desde otra mirada (quizás apresurada)


Me apresuro a lanzar una mirada a la acción golpista realizada por Juan Guaido con un grupo de efectivos militares y policiales en las inmediaciones del Distribuidor Altamira, municipio Chacao, necesaria y urgente debido a los posibles objetivos no declarados de sus perpetradores, a los que pudiéramos contribuir sin saberlo desde el campo patriótico.

Este curioso Golpe, encabezado por Guaidó en traje de gala (flux) tuvo a la vez la virtud de tomar por sorpresa a los organismos de seguridad y defensa, así como la desvirtud de hacerlo a kilómetros de distancia del palacio de Miraflores, y de manera escandalosanente mediática, mostrando a las claras que la toma del poder no estaba realmente entre los objetivos de la comentada acción.

Siendo así, hay que preguntarse por los objetivos reales y en función de ello mantener activas nuestras alertas para que nuestra reacción no contribuya a los resultados esperados por los golpistas.

A mi modo de ver y a la luz de la experiencia reciente sobre esta materia, son apreciables, entre otros, cuatro objetivos.

El primero de ellos sería el de envalentonar a los simpatizantes y militantes de la oposición de cara a la movilización de calle a la que están convocando para mañana 1ro de mayo, tal como lo hicieron con apreciable éxito antes del 23 de enero con aquel intento de levantamiento militar usando activos del componente Guardia Nacional; este objetivo, a juzgar por el brote de algunos focos de manifestaciones en varias ciudades del país en lo que va de día, parece estarse logrando, aunque tendremos que esperar hasta mañana para confirmar la efectividad de la acción a este respecto. Del mismo modo es de suponer que el plato fuerte de este nuevo intento golpista esté previsto para mañana, día de las trabajadoras y los trabajadores.

Un Segundo objetivo es provocar el casus belli, es decir la justificación para la intervención gringa en nuestra patria, de ahí la subida de la apuesta por parte de Guaidó, quien ya acostumbrado a declarar en un tenor similar al de hoy sin que ello produzca ningún efecto real sobre la situación política nacional, esta vez organizó la evasión de Leopoldo de su reclusión domiciliaria para hacerlo figurar a su lado durante la aparición ante los medios, de manera que la actitud de reto al Estado coloque al gobierno en una posición que le fuerce a encarcelar a Guaidó, con el propósito de presentarlo ante el mundo como un presidente secuestrado, preso de un régimen usurpador, que merece ser rescatado, con lo que se serviría la entrada en escena de las fuerzas militares norteamericanas como ejecutoras de dicho rescate.

Este objetivo depende de nosotros y por mas que nos hierva la sangre debemos tener claro que solo el gobierno tiene la información de análisis suficiente para saber el momento indicado en el que eso deba ocurrir. Es decir que el apresamiento de Guaidó debe realizarse en las condiciones y momento que fije el Gobierno y no cuando lo determinen los gringos, ya que de esa forma servirá a sus planes y no a nuestro interés.

Un tercer objetivo, es la propia evasión de Leopoldo López, quien libre y fuera del país se convertiría en otro de los agentes internacionales contra la revolución y en sujeto presidenciable cuando ya el desechable Guaidó no resulte mas de utilidad para los gringos. Si la evasión de López se consuma con su salida del país, este objetivo habría sido alcanzado por los golpistas, con el valor añadido de dejar en ridículo al Estado.

Y un cuarto pero no menos importante objetivo de este amague golpista, es el de paralizar o posponer acciones pre-anunciadas por el Gobierno. Al respecto recordemos que días previos al golpe eléctrico el presidente había pre-anunciado decisiones gubernamentales en materia económica y de tren de gobierno, las cuales producto de la agresión eléctrica fueron aplazadas y nuevamente pre-anunciadas para el 1ro de mayo. Entonces, si como resultado del intento golpista de hoy el gobierno se abstuviera de poner en práctica decisiones urgentes y necesarias ya definidas, este objetivo también habría sido alcanzado, con lo cual estaríamos ante una efectividad de 3 de 4, y como tal ante una acción exitosa de la antipatria, tanto mas peligrosa cuanto aparece ante la opinión publica como una derrota.

domingo, 21 de abril de 2019

El Sistema Nacional de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones “Hugo Chávez” en nuestra transición al Socialismo

1. Papel coyuntural y estructural de las misiones sociales en el contexto en el que surgieron

El siglo XX capitalista venezolano nos dejó una estructura de sociedad basada en la desigualdad, o lo que es lo mismo, una sociedad estructurada sobre la base de la desigualdad, como no podía ser de otra forma toda vez que la desigualdad le es inherente a la lógica del capital. Ello se expresaba concretamente, por ejemplo, en la pobreza en la que se encontraban estructuralmente sumidos más del 40% de los hogares venezolanos, 17% de ellos en pobreza extrema; alrededor de 20% de desocupación, con 60% de informalidad del empelo; el 21% de sub-nutrición de la población, incluido un 8% de desnutrición infantil; una tasa de mortalidad infantil que rondaba 32 por cada 1000; una exclusión escolar de 10% en primaria, 46% en secundaria, 54% en la educación inicial y ni qué hablar de la educación universitaria, en la que la matrícula apenas rondaba las 800.000 personas; un 20% de la población sin acceso al agua potable y 38% sin accesos a sistemas de aguas servidas, por mencionar sólo algunas aristas de la desigualdad que imperaba en Venezuela en el año 1998.

Aquí la lógica del capital se traducía en que los alimentos, los servicios de salud, la educación, por ejemplo, eran vistos como servicios cuya prestación suponen un costo que debe ser cubierto por quienes pretendan acceder a ellos; esto es la mercantilización de los servicios sociales. El propio derecho al trabajo se llega a mercantilizar al punto de que para acceder a él se debe pagar no sólo en el sentido de entregar dinero para obtener un trabajo, sino además que la sociedad en su conjunto debe pagar un alto costo social para que la mercancía fuerza de trabajo se mantenga a un precio de conveniencia para el capitalista, sobre todo si este precio está por debajo de su valor. Por esa vía la propia vida humana y la naturaleza misma iban adquiriendo el carácter de mercancía, por la cual quien aspirarara acceder a ellas debía contar con el dinero para pagar su valor mercantil fijado por el sistema capitalista, por supuesto, a niveles de exclusión para parte de la población.

Como consecuencia de ello, y esperanzado en la promesa de erradicación de esa desigualdad, el pueblo venezolano abrió las compuertas de la historia para dar paso a la Revolución Bolivariana, liderada por el Comandante Eterno Hugo Chávez Frías, encontrándonos con una situación en la que toda posibilidad de cumplimiento de aquella promesa pasaba por la necesaria reconstrucción de las bases de la estructura social capitalista heredada, a fin de, posteriormente, re-estructurar la sociedad venezolana ahora sobre bases justas e igualitarias. A tales efectos, fue necesaria la refundación de la república y proyectar en la nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela las vías y formas para esa reconstrucción y re-estructuración social.

Por aquel entonces el Comandante Presidente Chávez, amparado en el nuevo marco constitucional, propuso un Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación para guiar al pueblo venezolano hacia una nueva situación en la que se alcanzaran cinco (5) equilibrios: económico, social, político, territorial e internacional, es decir, pasar de la desigualdad estructural de la sociedad venezolana en esos cinco ámbitos a una situación de equilibrio, lo que constituiría una forma intermedia para luego avanzar, partiendo del equilibrio, a la igualdad.

En ese contexto se implementaron políticas que, si bien contribuyeron a mejorar las condiciones de vida de millones de venezolanos y venezolanas, en primera instancia no significaban una ruptura radical con la lógica del capital predominante en el país. Por otro lado, el uso soberano de los recursos nacionales para implementar dichas políticas, orientadas además hacia un esquema de desarrollo nacional no tutoreado cuyas posibilidades reales atentan contra la configuración internacional diseñada por el imperialismo norteamericano, según la cual Venezuela tiene un papel asignado acorde con los intereses imperiales del que no debe desviarse, todo lo cual determinó la emergencia de una coyuntura en la que, por una parte, el capital operante en Venezuela saboteó la economía nacional mediante paros, acaparamiento y boicot, logrando revertir las mejorías alcanzadas en la calidad de vida venezolana, y por otra, el imperialismo, aliado con la burguesía nacional, decidió y ejecutó acciones para derrocar al Gobierno Bolivariano. Como balance resumen de las lecciones históricas de la referida coyuntura podría señalarse la demostración de que mientras sean determinantes la lógica, las relaciones sociales y los intereses del capital, todo avance en el tránsito a la igualdad social puede ser revertido mediante la colusión del imperialismo norteamericano con los agentes internos de ese capital.

Es en respuesta a esa coyuntura histórica de los años 2002-2003 que surgen las misiones sociales, como forma estratégica para garantizar los derechos humanos consagrados constitucionalmente a partir de 1999. Dicha estrategia implicó el establecimiento de una forma paralela de administración púbica que sorteara los escollos que significaban las trabas y mecanismos burocráticos, incluida la resistencia del propio personal de las instituciones, con los que la vieja forma institucional del Estado heredado le hacía el juego a la desigualdad estructural del atrofiado capitalismo que se implementó en el país.

Es de destacar que no se trató de la sustitución de una forma de administración por otra, sino de la coexistencia de ambas formas de administración en una suerte de dialéctica cooperación-oposición, complementación-competencia, apoyo-traba, que dejó abiertas las posibilidades para que, una vez superadas las situaciones de exclusión de los segmentos de población atendidas por cada Misión Social, éstas desaparecieran quedando la administración tradicional a cargo del sostenimiento de la nueva situación de equilibrio, o bien la vieja forma de administración fuera la llamada a ser absorbida por las Misiones. Así debía ser, toda vez que uno de los indicadores de la desigualdad lo constituía el índice de desocupación anteriormente señalado, lo cual negaba la posibilidad de liquidación de instituciones con el consiguiente pase a desempleo del personal de las mismas.

En cuanto a lo coyuntural, el surgimiento de las misiones no solo permitió dar respuesta eficiente a la reversión de los indicadores sociales que había producido la agresión de la burguesía y el imperialismo, sino que adicionalmente visibilizó, activó y reanimó un conjunto de fuerzas sociales que blindaron a la revolución con el respaldo sociopolítico suficiente para encarar victoriosamente los retos electorales entre los años 2004 y 2006, las cuales, en buena medida, han mantenido su inercia hasta el tiempo presente.

En cuanto a lo estructural, las Misiones contribuyeron significativamente, de manera directa e indirecta en la búsqueda de los equilibrios básicos desde los cuales se ha de partir para alcanzar la igualdad sustantiva. Es así como desde abril de 2003, cuando nacieron las primeras Misiones Sociales, hoy socialistas, hasta 2011 se redujo de 44 % a 27 % los hogares en pobreza y de 17 % a 7 % los hogares en pobreza extrema; se redujo la desocupación del 20 al 7 %, invirtiendo al mismo tiempo la relación entre formalidad e informalidad del empleo, pasando de 60 % de Informalidad a solo 40 %; la esperanza de vida al nacer subió de 75 a 78 años en el caso de las mujeres y de 69 a 72 en el caso de los hombres; se redujo la sub-nutrición de 21 % de la población a sólo 6 % y en especial la desnutrición infantil que bajó de 8 a 2,9 %; la mortalidad infantil bajó de 32 a sólo 15 por cada 1000; se incrementó la matrícula estudiantil de 90 a 93 % en primaria, de 54 a 72 % en secundaria, de 46 a 70 % en educación inicial, y de 800.000 a más de 3 millones de estudiantes universitarios; se incrementó el acceso al agua potable de 80 % a 95 % y el acceso a sistema de aguas servidas de 62 % a un 84 % de la población, todo lo cual evidencia positivamente un mayor equilibrio económico y social, pero al mismo tiempo señala la evidencia, en negativo, de que aún persisten situaciones de desigualdad para una considerable porción de la población que ve impedido el ejercicio de derechos consagrados en nuestro proyecto de país, lo que indica que la tarea histórica de reconstruir las bases de estructurales de la sociedad venezolana no está concluida.

También en este plano debe destacarse que las misiones han revertido la lógica mercantilizadora de los servicios sociales que el capitalismo trata de imponer al mundo, según la cual para acceder a ellos se debe pagar conforme a la ley del valor, cual vulgar mercancía en un esquema de mercado. Gracias a las Misiones y al resto de la política económico-social de la revolución, se facilitó el ejercicio de los derechos a través de servicios prestados por el Estado en forma no mercantil sino como obligación de la sociedad para con sus miembros, lo cual rompe con la lógica del capital y asume una lógica social humanista que debe ser profundizada y expandida para lograr el objetivo de aquellos cinco (5) equilibrios que aún están pendientes, puesto que el sistema capitalista ha demostrado una capacidad de resiliencia tal que le ha permitido hasta ahora reproducir sus males estructurales a un ritmo superior que la velocidad con la que actúan los remedios que le hemos aplicado.

2. El sistema Nacional de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones como sistema en sí

Un sistema material, como objeto complejo, consta de composición, estructura, mecanismos y entorno. El Sistema Nacional de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones “Hugo Chávez” está compuesto actualmente por veintisiete (27) Misiones y Grandes Misiones; de ellas, veinte (20) Misiones, a saber: Misión Róbinson, Misión Ribas, Misión Sucre, Misión Cultura, Misión Música, Misión Barrio Adentro Deportivo, Misión Barrio Adentro Salud, Misión Sonrisa, Misión Milagro, Misión Negra Hipólita, Misión Niño Jesús, Misión José Gregorio Hernández, Misión Jóvenes del Barrio, Misión Alimentación, Misión Guaicaipuro, Misión Árbol, Misión Nevado, Misión Identidad, Misión Transporte y Misión Justicia Socialista, y siete (7) Grandes Misiones, a saber: Gran Misión Vivienda Venezuela, Gran Misión Barrio Nuevo Barrio Tricolor, Gran Misión Saber y Trabajo Venezuela, Gran Misión en Amor Mayor, Gran Misión a Toda Vida Venezuela, Gran Misión Hogares de la Patria y Gran Misión Abastecimiento Soberano.

Cada una de estas Misiones y Grandes Misiones cuenta con sus formas institucionales, algunas con personalidad jurídica propia y otras como integración de varias instituciones con ejercicio político de la autoridad de la Misión o Gran Misión por parte de una de las personas responsables de alguna de las instituciones involucradas en la política decidida. Del mismo modo, cada Misión y Gran Misión cuenta con misioneros y participantes, así como recursos financieros y no financieros asignados directamente para la gestión del logro de los objetivos asignados, que constituyen las entradas y salidas que procesa el Sistema en cuanto tal, a través de sus distintos mecanismos.

Otros componentes del Sistema Nacional de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones son, o deberían serlo, sus órganos de dirección, órganos asesores, de participación y de contraloría social, un Servicio Nacional de Información Social, los órganos y entes rectores y ejecutores de las políticas involucradas en las Misiones y Grandes Misiones y un órgano de financiamiento. Cuando se dice que deberían serlo, se hace referencia al hecho de que, aunque esos componentes están establecidos como tal en el Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones, no todos están debidamente constituidos y/o integrados al Sistema, incluso algunos pudieran comportarse sólo como entorno del sistema y no como componentes, con el agravante de que, con frecuencia, la actuación como entorno es hostil, en sentido sistémico.

En cuanto a la estructura, el Sistema Nacional de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones cuenta con varios niveles de operación, desde el ámbito nacional hasta el ámbito de los misioneros participantes, contemplado de la siguiente manera:


1) Alto mando del Sistema: Conformado por el Presidente de la República, el Vicepresidente del Área Social, quien lo coordina, los Vicepresidentes Sectoriales y Ministros responsables del desarrollo de la Misiones y Grandes Misiones. Además debe contar con el Consejo Nacional de Política Social como órgano asesor, conformado por un (1) representante de la Comisión Central de Planificación, un (1) representante de la Vicepresidencia del Área Social, las máximas autoridades de las instituciones encargadas de las estadísticas, un (1) vocero o vocera del Consejo Nacional de Misioneros y Misioneras y tres (3) investigadores (as) de reconocida trayectoria académica y social, así como con el Fondo Nacional de Misiones para la gestión, asignación y administración de los recursos destinados a las Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones.

2) Coordinación General: como instancia ejecutiva de articulación e integración, dirigida por el Vicepresidente o la Vicepresidenta del Área Social y compuesta por los jefes y jefas nacionales de las Misiones y Grandes Misiones. Cuenta también con una instancia operativa como es la Secretaría Ejecutiva y con dos órganos de consulta, participación, contraloría e información como son el Consejo Nacional de Misioneros y Misioneras, y el Servicio Nacional de Información Social. El Consejo Nacional de Misioneros y Misioneras sería una Instancia de encuentro, evaluación y de formulación de propuestas de los voceros y voceras de las Misiones y Grandes Misiones, con participación de las autoridades de los órganos y entes responsables de Misiones y Grandes Misiones, mientras que el Servicio Nacional de Información Social sería la plataforma de centralización de registros de todas las Misiones, Grandes Misiones y demás políticas sociales, así como de coordinación del intercambio de información disponible a la ciudadanía e instituciones.

3) Coordinaciones Estadales del Sistema: Instancia de Dirección de nivel estadal, regida por un (a) Coordinador (a) e integrada por los (as) coordinadores (as) de las Misiones y Grandes Misiones en cada Estado, así como por voceros (as) estadales del Poder Popular integrantes del Consejo Nacional de Misioneros y Misioneras.

4) Coordinaciones Municipales del Sistema: Instancia de Dirección de nivel municipal, dirigida por un (a) Coordinador (a) e integrada por los (as) coordinadores (as) de las Misiones y Grandes Misiones en cada municipio, así como por voceros (as) municipales del Poder Popular integrantes del Consejo Nacional de Misioneros y Misioneras

5) Mesas de Misiones de las Comunas: Instancia de articulación comunal, integrada por voceros (as) de los Consejos Comunales, jefes (as) locales de las Misiones y Grandes Misiones, y voceros (as) de los (as) Misioneros (as) que hagan vida en dichos territorios.

6) Mesas de Misiones Comunitarias: Instancia de articulación comunitaria, donde no esté conformada la Comuna, integrada por voceros (as) de los comités de trabajo del área social de los Consejos Comunales, y voceros (as) de los (as) Misioneros (as).

7) Bases de Misiones y Ambientes de Atención: Espacios para la prestación de servicios de las Misiones, Grandes Misiones y otros servicios púbicos destinados a la atención y protección integral de las comunidades y las familias

8) Misioneros/Participantes: Sujetos de atención en los que se concreta las acciones de protección ante situaciones que vulneran derechos; son la razón de existencia del sistema en sí.

Al analizar la estructura, haciendo abstracción de los mecanismo realmente existentes, nos encontramos con debilidades y falencias necesarias de resolver a fin de robustecer al Sistema Nacional de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones. Veamos.

Del Alto Mando resalta que se trata del Presidente de la república y una porción del consejo de Ministros y Ministras del Poder Popular, instancia esta que tiene su dinámica ordinaria, por lo que su funcionamiento como Alto Mando del Sistema pasa por la agregación de actividades extraordinarias sobre dicha instancia, ya de por sí sometida a una vertiginosa dinámica extraordinaria tanto en su dimensión de cuerpo colegiado como en su dimensión de órganos particulares del Ejecutivo Nacional, lo cual dificulta realmente un ejercicio cotidiano, sostenido y concentrado del papel de Alto Mando del Sistema. Por otra parte, hasta la fecha tampoco están conformadas: la instancia llamada a fungir como órgano asesor, el Consejo Nacional de Política Social, cuya existencia y régimen orgánico de funcionamiento podría suplir, en parte, las debilidades de funcionamiento del propio Alto Mando, ni la instancia contemplada para la gestión, asignación y administración de los recursos financieros del Sistema, el Fondo Nacional de Misiones.

Respecto a la Coordinación General del Sistema, en buena medida sufre las mismas condiciones de dinámica colectiva y particular del Alto Mando, toda vez que está constituida, en parte, por los mismos actores y actoras. Ello coloca sobre los hombros de la Secretaría Ejecutiva, cuyas funciones aún no han sido debidamente establecidas por vía reglamentaria, la mayor parte de las funciones que corresponden a todas las instancias antes mencionadas. Dicha situación, podría estar siendo fuente de no pocas distorsiones, frenos y fricciones sobre los necesarios mecanismos que debe implementar el Sistema para su buen funcionamiento. Al respecto, piénsese en la jerarquía de los actores involucrados como máximas autoridades de Misiones y Grandes Misiones y en las secuelas de la cultura organizacional capitalista aun presente en el ideario colectivo de nuestra dirigencia, frente a las posibilidades reales de la Secretaría Ejecutiva para encarrilar al Sistema.

En este nivel también se adolece de la no conformación y puesta en funcionamiento orgánico de dos (2) instancias previstas en el Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley Orgánica de las Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones, como son el Consejo Nacional de Misioneros y Misioneras, y el Servicio Nacional de Información Social, del todo necesarias, tanto desde el punto de vista de la conducción socio-política del Sistema en todos sus niveles de operación, dada la previsión de vocerías de los Misioneros y Misioneras en cada uno de ellos, como desde el punto de vista de la necesaria generación de la información requerida para la planificación del desarrollo del Sistema, así como para su autoevaluación permanente.

En cuanto a las Coordinaciones Estadales, cuentan en su mayoría con un funcionamiento muy irregular y con una incompleta incorporación de sus integrantes; por supuesto, no cuentan con la participación de vocerías de los Misioneros y Misioneras por las razones expuestas anteriormente. Otra debilidad es la agenda habitual -ya que no podría hablarse propiamente de una agenda ordinaria-, generalmente basada más en el cumplimiento de tareas nacionales coyunturales (la mayoría de las veces de manera muy eficiente, hay que reconocerlo en justicia) que en la función integral del Sistema como tal, es decir, basada más en lo extraordinario que en lo orgánico permanente.

En este nivel de operación del Sistema también se expresa una especie de supremacía de algunas Misiones y/o Grandes Misiones por encima del Sistema, que las lleva a auto-valorarse como más importantes o de mayor rango que el mismo Sistema al que deberían estar integradas y subordinadas, y consecuentemente a mantenerse al margen o, cuando menos, reñida con la disciplina, organicidad, coordinación y articulación que requiere todo sistema para su pleno funcionamiento. Súmese a esto un insuficiente desarrollo de habilidades y destrezas de Dirección, tanto a nivel de algunas coordinaciones estadales del Sistema como a nivel de muchos responsables estadales de Misiones y Grandes Misiones, y se tendrá un cuadro bastante aproximado de las condiciones en las que el Sistema Nacional de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones debe pujar para convertirse una potente realidad.

En el ámbito de los municipios, las Comunas y las Comunidades, no se ha avanzado, en la inmensa mayoría de los casos, en la conformación e instalación de las Coordinaciones del Sistema y de las Mesas de Misiones, respectivamente. Por el contrario, la regla tiende a ser la desarticulación entre actores y actoras del Sistema a esta escala y a nivel de los ambientes particulares de atención de las Misiones, aunque se reconocen excepciones a esta regularidad en el comportamiento del Sistema. Sólo en las Bases de Misiones el Sistema se materializa en una estructura con suficiente coherencia sistémica, lo cual no impide que lineamientos particulares de alguna Misión, como, por ejemplo, el de la Misión Sucre de funcionar exclusivamente a través de Aldeas con más de 600 participantes, rompan con la referida coherencia.

Finalmente, en la base de la estructura del Sistema, está el y la participante, en la mayoría de quienes se expresa una debilidad orgánica estructural del Sistema, consistente en el insuficiente desarrollo de mecanismos, tanto autónomos (individuales y colectivos) por parte de los beneficiarios y beneficiarias, como por parte de las instancias de dirección y coordinación para que se trascienda la auto-apreciación como meros participantes y se pase a la conciencia del carácter de misionero (a) al que se debe aspirar como parte y razón de ser del Sistema.

Mención especial en este punto merece la juventud, puesto que, como ya se dijo, el ritmo de reproducción de los males estructurales del capital por encima de la velocidad con la que actúan los remedios que le hemos aplicado, tiene su impacto actual principalmente en dicho sector de la población. No hace falta ahondar en estadísticas para confirmar que actualmente la inmensa mayoría de los participantes/beneficiarios de las Misiones y Grandes Misiones son personas y familias jóvenes (es decir familias cuyos jefes son jóvenes o que están constituidas principalmente por integrantes jóvenes), con excepción, claro está, de la Gran Misión En Amor Mayor, pero cuando se piensa en Róbinson, Ribas, Sucre, Cultura Corazón Adentro, Misión Música, Barrio Adentro Deportivo, Barrio Adentro Salud, Sonrisa, Negra Hipólita, Niño Jesús, José Gregorio Hernández, Jóvenes del Barrio, Misión Alimentación, Guaicaipuro, Misión Árbol, Nevado, Identidad, Transporte, Justicia Socialista, Vivienda Venezuela, Barrio Nuevo Barrio Tricolor, Saber y Trabajo, Toda Vida Venezuela, Hogares de la Patria y Abastecimiento Soberano, desde una perspectiva etaria, se reconoce de inmediato, por una parte, que verdaderamente el capitalismo aun imperante en Venezuela sigue causando estragos en la población, especialmente en la juventud, y por otro, que las Misiones, Grandes Misiones tienen en ese sector tan importante de la población a su principal sujeto-objeto, lo cual debe determinar el tipo de acciones a desarrollar para estimular su conversión en Misioneros plenos de su propia liberación social.

Respecto a los mecanismos del Sistema, todas las misiones tienen los suyos, algunos muy efectivos y otros no tanto, destacando el hecho de la escasa homologación entre todos esos mecanismos, lo cual suma entropía al Sistema. Por otro lado, se han venido imponiendo mecanismos burocráticos de atención que tienden a normalizar el funcionamiento de las misiones, es decir, a hacerlas pasar de hechos extraordinarios de un proceso de transformación a cotidianidad administrativa. Se adolece de mecanismos de trabajo político que estimulen la imbricación entre los niveles de operación del Sistema y cada nivel de operación del tejido de participación política de una sociedad en revolución.

Adicionalmente, el Sistema requiere mecanismos para el procesamiento de “núcleos duros”, “huesos duros” o concreciones emblemáticas de la pobreza estructural, sean estas de carácter individual, particular, colectivo o territorial, lo cual requiere de una agenda ordinaria, al lado de lo coyuntural-extraordinario representado en las tareas nacionales emergentes. En tal sentido, el Sistema debe tratar de homologar los mecanismos de todas las misiones donde ello aplique, y al mismo tiempo hacer prevalecer los mecanismos sistémicos y la visión de conjunto por encima de los mecanismos particulares de cada Misión y Gran Misión, sobre todo para el tratamiento de los huesos duros de roer del capitalismo.

Para ello se debe identificar, sistematizar, ubicar territorialmente y planificar el abordaje sistemático y sostenido de esos “núcleos duros” de la desigualdad, en cada estado, municipio, comuna y/o comunidad donde se localicen, sea de manera concentrada o diseminada, para lo cual, además del funcionamiento orgánico ordinario, se requiere una agenda permanente que contemple el ciclo de diagnóstico-planificación, coordinación, abordaje, decisiones, seguimiento, evaluación y superación estructural de situaciones.

3. El Sistema Nacional de Misiones y Grandes Misiones como elemento emergente dentro del sistema aun capitalista venezolano y su papel en el sistema transicional avanzado al socialismo

En términos sistémicos, las Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones, así como su integración en un sistema, representan agentes extraños al sistema capitalista aún predominante en Venezuela. En tal sentido, quedan abiertas tres posibilidades desde el punto de vista de la teoría de los sistemas.

Una es que el sistema capitalista logre desarrollar los “anticuerpos” o mecanismos de defensa para contrarrestar los agentes extraños y termine por expulsarlos, lo que en términos políticos para nuestra sociedad sería una restauración plena de la lógica del capital.

Una segunda posibilidad es que, bien por la capacidad de resiliencia del sistema capitalista o bien por la insuficiente posibilidad de los agentes extraños (Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones) para comprometerlo estructuralmente, aquel logre asimilar y metabolizar al Sistema de Misiones, con lo cual sólo se habrá fortalecido al capitalismo venezolano dotándolo de mecanismos para suavizar sus consecuencias negativas.

Y una tercera posibilidad es que el Sistema de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones, como elemento extraño al sistema capitalista, logre desarrollarse al punto de comprometer estructuralmente el funcionamiento del mismo, provocando su colapso y sustitución por un nuevo sistema, basado en la lógica portada por las misiones, que es la lógica de lo humano; la lógica del socialismo.

El socialismo pleno ha de ser un sistema de vida e interacciones en el que cada persona recibe de la sociedad cuanto requiere para su pleno desarrollo y aporta a esta cuanto puede, ya sea física, moral y/o intelectualmente; esto es la conciencia del deber social, que es una relación social bidireccional de la sociedad para con la persona y de ésta para con la sociedad. En el capitalismo, una porción mayoritaria de la población no accede a cuanto requiere para su pleno desarrollo como personas ni tiene condiciones para aportarle a la sociedad todo su potencial físico, moral e intelectual, a pesar de que, materialmente hablando, dicha sociedad produce lo suficiente para igualar la condiciones de desarrollo de todos y todas, si cambiara la forma en la que se distribuye esa producción, lo que le resulta imposible pues contradice su lógica, según la cual es necesario que esa porción mayoritaria de la población no acceda a una parte de lo que necesita, para que dicha parte pueda ser acumulada, y de manera creciente, por otra porción, minoritaria.

Vistas así las cosas, el Sistema de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones está llamado a jugar en la transición un doble papel, en el sentido de contribuir para que esa porción de la población, por un lado, pueda recibir de la sociedad parte de lo que requiere material, moral e intelectualmente para su desarrollo progresivo como persona, tal como lo contempla el Artículo 3 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, y por otro, también pueda aportar a la sociedad progresivamente según desarrolla su potencial físico, moral e intelectual; es decir que el Sistema Nacional de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones es un generador de condiciones para el cumplimiento del deber social en ambos sentidos de esa relación social socialista: que los excluidos y desigualados por el capitalismo puedan recibir de la sociedad, a través del Estado, facilidades para su desarrollo como persona y que estas puedan devolver conscientemente a la sociedad su aporte en trabajo, virtudes en desarrollo e ideas. Por cierto que dicha conciencia del deber social tendría que estar orientada por al menos tres formas de conciencia, entendida ésta en términos chavistas, como suma de ciencia o de conocimiento; a saber, una conciencia instrumental que permita el desarrollo de capacidades técnicas para ejercer el protagonismo en la procura de medios destinados a satisfacer las propias necesidades; una conciencia práctica que facilite el entendimiento del significado de la experiencia humana, sustentada en el conocimiento de la historia y de las habilidades del razonamiento; y una conciencia emancipatoria que, basada en el conocimiento acerca de la realidad de la dominación social, sirva de potente móvil de la práctica social de todos los misioneros y misioneras del Sistema Nacional.

Si sólo nos concentramos en la primera de las dimensiones de la relación comentada, habremos hecho mucho pero no lo suficiente para romper la lógica del capital, y cualquier logro sería reversible; por otra parte, la segunda dimensión de la conciencia del deber social es imposible sin la primera, es decir, nadie puede aportar a la sociedad todo aquello para lo que tiene potencial si no desarrolla dicho potencial. He ahí parte de los retos de las Misiones, Grandes Misiones, Micro-misiones y del resto de la política social de la Revolución Bolivariana.

Para esto es necesario contar con métodos apropiados a fin de identificar, sistematizar, ubicar territorialmente y planificar el abordaje sistemático y sostenido de esos “núcleos duros” de la desigualdad, en cada estado, municipio, comuna y/o comunidad donde se localicen, partiendo, por supuesto, de los métodos actuales de medición de la pobreza y la desigualdad para que, desde los propios niveles territoriales en los que opera el Sistema Nacional de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones se elaboren los planes de acción sistemática, concentrada y sostenida, orientados por esquemas y mecanismos diseñados y dirigidos desde el Alto Mando y la Coordinación General del mismo.

También es necesario reconocer que en los millones de beneficiarios y beneficiarias del Sistema Nacional de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones hay una fuerza social que, en buena medida, está dormida, respecto a su participación protagónica como parte de una vanguardia con conciencia de clase que debe estar dirigiendo el rumbo de la sociedad venezolana hacia el socialismo bolivariano del siglo XXI, y lo está aun cuando el Sistema sabe quiénes son, dónde están y cómo contactarlos para hacerles llegar el mensaje de su posible definitiva redención social a través de la lucha emancipatoria activa, mediante la movilización política, el aporte de trabajo sustantivo para el desarrollo de las propias Misiones de las que forman parte, entre otros posibles mecanismos, factibles de implementar, para que esa fuerza no se desaproveche sino que tribute cada vez con mayor ímpetu a la construcción del socialismo.

domingo, 7 de abril de 2019

El escuálido que razonó


La tarde del viernes 05 de abril, hace dos días, tuve una interesante discusión con un viejo amigo, simpatizante de la oposición, en torno a la situación del sistema eléctrico nacional y las alternativas de solución que ofrecen los bandos políticos que se disputan el poder en Venezuela. La discusión no avanzaba porque mi interlocutor no admitía como escenario posible ninguna opción que significara la permanencia de Nicolás Maduro en el ejercicio de la Presidencia de la República, a pesar de que en aras de un debate dialéctico yo si admití como escenario una eventual salida del poder por parte de la Revolución, así que le propuse a mi amigo que hiciera el siguiente ejercicio.

Figurémonos, le dije, que hoy en la noche Nicolás Maduro renuncia a la presidencia y le entrega el gobierno a Juan Guaidó. 1) ¿Qué pasaría con el problema eléctrico mañana y los días siguientes? En dependencia de la respuesta a esa pregunta, 2) ¿Cómo reaccionarían los trabajadores de CORPOELEC que actualmente están atendiendo la contingencia eléctrica? Y en dependencia de las respuestas a la dos preguntas anteriores, 3) ¿Cómo reaccionaría la población, chavistas, antichavistas y ni-ni, y qué podría hacer el Gobierno de Guaidó ante esas reacciones? Te propongo que contestes estas preguntas dos veces; la primera según lo que tu aspirarías que sucediera y la segunda de una forma totalmente contraria a la primera, es decir contraria a tus aspiraciones.  Luego me llamas para comentarme los resultados reflexivos de tu ejercicio. Hasta ahí la discusión.

La llamada no se hizo esperar y en la mañana siguiente, sábado 06 de abril, encontrándome en la concentración chavista de la Plaza Bolívar de Cumaná, suena mi teléfono; contesto y me comenta sus resultados, los cuales relato, según recuerdo:

Hermano, hice el ejercicio que hablamos ayer con las tres preguntas que me dijiste. La primera opción de respuesta, según mi deseo, fue que tal como lo declararon Guaidó y los voceros del Gobierno de Donald Trump, al día siguiente o a más tardar a los 3 días de salir Nicolás Maduro de la presidencia, ya estaría resuelto el problema eléctrico en todo el país, ya que todos los trabajadores de CORPOELEC se juntarían a atender todo lo que la ineficiencia chavista no había querido o podido resolver, y todo el pueblo venezolano entraría en calma y tranquilidad; Incluso los chavistas se darían cuenta del error en que estaban. Pero entonces caí en cuenta que esa respuesta mía significaba que no existía realmente problema eléctrico sino que deliberadamente el Gobierno habría creado o permitido que se creara la situación actual a sabiendas de que al hacerlo corría un alto riesgo de inestabilidad y hasta de caer.

Así que fui a la segunda opción de respuesta, una que fuera totalmente contraria a mi deseo. Empecé por contemplar la posibilidad de que el problema eléctrico sí fuera de grandes dimensiones, por lo que ni al primer día ni al tercero ni a la semana ni al mes estuviera resuelto. Además contemplé la posibilidad de que una parte considerable de los trabajadores de CORPOELEC, que pudieran ser afectos a Nicolás Maduro, se pusieran de brazos caídos debido a la salida del gobierno, dejando el trabajo sólo al personal antichavista, con lo cual se complicaría el asunto porque tendría que hacerse un reclutamiento de técnicos entre extrabajadores eléctricos afectos al nuevo gobierno de Guaidó, y eso lleva su tiempo.

Esa misma reflexión me llevó a suponer que en una situación así, a las protestas actuales en reclamo de electricidad se sumarían parte de la población chavista, que ahora convertida en oposición podría tomar como bandera el ofrecimiento de que los problemas de los servicios se acabarían inmediatamente cesada la usurpación, desencadenándose una ola de protestas violentas, saqueos y caos aún mayor que el que hay ahora, lo que pondría al gobierno en la necesidad de calmarlas. Pero caí en cuenta que la actual dirigencia de los partidos que apoyamos a Guaidó no tenemos estructura de base para articular con los dirigentes de las comunidades, así que no hay liderazgo de base con el que mediar para canalizar la conflictividad. Entonces no tendríamos más opción que recurrir a la represión violenta, quién sabe con qué saldo de muertos y heridos. Eso debilitaría rápidamente al nuevo Gobierno significando una alta probabilidad de no poder sostenerse, a menos que el Gobierno de Estado Unidos nos mande tropas para pacificar el país. Creo que algo así podría incomodar, y hasta alzar, a los militares y eso complicaría aún más el cuadro.

Además recordé el reciente episodio cuando una turba de chavistas no dejó que el Presidente Interino Juan Guaidó entrara en la comunidad caraqueña de El Valle, y me imaginé esa escena repetida en muchas partes del país, en comunidades populares donde el chavismo tiene la mayor cantidad de sus simpatizantes, lo cual me llevó a concluir que para nosotros poder Gobernar a Venezuela necesitaríamos un Gobierno fuerte con características de una dictadura, para poder mantener a raya tanto al chavismo como a esa parte de la población que sin ser chavista ni opositor sale a protestar por cualquier cosa que no funcione bien.

Entonces, por esta vez y solo por esta vez te daré la razón, y declaro que es mejor, por ahora, que Maduro resuelva su peo eléctrico y mas adelante ya veremos como lo sacamos del poder, cuando la situación no sea tan complicada y no nos sea necesario montar una dictadura para poder liberar a nuestro hermoso país de esta pesadilla que es el chavismo.

Ese fue mas o menos el razonamiento que por primera vez en mucho tiempo hizo mi escuálido amigo, y decidí compartirlo, no sin antes avisarle para que no le tome por sorpresa, ya que la honestidad intelectual me impone la obligación de reconocer que estaba equivocado en algo sobre la capacidad de razonar de la mentalidad escuálida. Yo estaba convencido de que para toda mentalidad escuálida estaba negada toda posibilidad de razonamiento que implicara contemplar opciones, escenarios y opiniones distintas a sus deseos y aspiraciones políticas, pero mi amigo me demostró que aún existe esa posibilidad, así que mi reconocimiento al escuálido que por una vez razonó.

jueves, 4 de abril de 2019

¿Y por qué no le gustarán los colectivos a la oposición?


Recientemente ha sido notorio el especial disgusto que le provoca a la mentalidad escuálida la existencia de “los colectivos” como una expresión político social de respaldo a la revolución bolivariana. Y pensándolo bien terminé de entender que en verdad la oposición tiene sobradas razones para detestarlos al mismo nivel que alguna vez lo hicieron contra los círculos bolivarianos, así como a otras formas de organización del pueblo ensayadas por la revolución en estos veinte años. Entre esas sobradas razones destacan tres órdenes de motivos que explico a continuación
El primero es de orden ideológico y tiene que ver con el choque que le provoca a la mentalidad escuálida la propia palabra “colectivo”, debido a que la moral burguesa prefiere y promueve en todo momento y ante cualquier tipo de circunstancia las acciones y soluciones individuales, es decir el individualismo como única perspectiva legitimadora de toda práctica social orientada a fines materiales y hasta espirituales. Por supuesto que no necesariamente se tiene que ser burgués para portar la mentalidad burguesa; para muchos trabajadores pertenecientes a distintas capas y grupos sociales de bajo, medio y medio alto nivel de vida, secuestrados ideológicos de la ideología capitalista, basta con aspirar a ser burgueses para que les resulte cacheroso pensar y sentir como el burgués que nunca llegarán a ser. Se olvidan que el principio conformador de la sociedad es la potencia de lo colectivo y se niegan a la sublimidad de la acción colectiva como vía de realización social.
El segundo orden de razones por las que la mentalidad escuálida rechaza a “los colectivos” es social, y tiene un fondo discriminatorio. Al oír o leer como se expresa cualquier pobre escuálido (trabajador con ínfulas de burgués) sobre los colectivos, al igual que lo hacían con los círculos bolivarianos hace veinte años, con los consejos comunales hace diez y con los comuneros hace cinco, caracterizándolos únicamente como “malandros”, “delincuentes”, “esdientados”, “feos y feas”, “marginales”, “lumpen”, “violentos” y ahora “terroristas”, salta a la vista la convicción supremacista de que la participación política, la definición del destino de la sociedad solo le corresponden a los acomodados, mientras que a los marginados de siempre lo que les viene bien es quedarse “al margen” como los “marginales” que son. No le perdonan al pueblo que protagonice una acción política para liberarse y mucho menos como parte de la mayoría en el poder; ¡Qué horror, los pobres mandando!, ¡Pues que sigan mandando!
Y el tercer tipo de razones es de orden político. Es evidente que para la derecha golpista y sus seguidores, sería de sueño que nadie defendiera al Gobierno Revolucionario, que cualquiera que quisiera entrar a Miraflores y sacar a la fuerza al presidente Maduro lo pudiera hacer sin encontrar resistencia, es decir que se pudiera tumbar al gobierno de un soplido sin que ninguna fuerza intentara si quiera evitarlo. De ahí la molestia opositora contra toda esa parte de la población, pueblo y Fuerza Armada, que se moviliza en defensa de su gobierno, convertida por obra de la furibunda racionalidad escuálida en “colectivos” violentos y “terroristas”.
Quisieran ellos poder presentar ante el mundo a Nicolás Maduro como un hombre solo, apenas defendido por un grupo de militares para hacer creíble su fútil justificación de la agresión militar que piden, pero mientras millones de chavistas estemos al lado de nuestro Gobierno, en la calle, en defensa de nuestras conquistas, no podrán echar abajo el hermoso proyecto de redención social del pueblo venezolano a través del socialismo, así le disguste a los escuálidos, y le piden a la ONU que nos declaren a los “colectivos” como organizaciones terroristas. El chavismo sí es un colectivo, y a mucha honra, formado por millones de venezolanos y venezolanas, y sí tenemos colectivos organizados para la labor social de hacer patria en distintos frentes y tareas que a la hora de defender la revolución van a la vanguardia, así que ustedes ¡No Volverán! y ¡Que vivan los Colectivos, Carajo!

miércoles, 3 de abril de 2019

La legitimidad socialista para gobernar Venezuela



Ya me había acostumbrado a oir y leer el término “ilegítimo” aplicado contra el Gobierno del Presidente Maduro no solo por parte de la oposición interna sino también por todo el concierto internacional que se ha conjurado como una especie de nueva “Santa Alianza”, no ya feudal contra la burguesía sino ahora burgués (capitalista) contra el socialismo, al estilo Grupo de Lima, Gobierno Norteamericano, algunos gobiernos de Europa, Luis Almagro, entre otros, de forma tan laxa y vacía de contenido que ni reparaba en ello, pero el oírla de parte de algún pensador de izquierda, aún con la salvedad de tratarse de su acepción gramsciana, me movió a reflexión desde una perspectiva teórico-práctica marxista, si bien somera y apretada, dado que me va pareciendo que incluso en el campo revolucionario muchos terminan pensando las cosas desde la ideología hegemónica del enemigo.

En principio, toda sociedad de clases históricamente conocida ha sido gobernada por una minoría, expresión política de la clase social hegemónica, trátese de la sociedad esclavista, feudal o capitalista. En estos tres tipos de sociedad de clases, la minoría política en el gobierno es además la representación política de una clase social minoritaria, que como minoría más organizada apoderada de los aparatos de coercitivos del Estado y basada en su hegemonía cultural (ideológica) ejerce el gobierno sobre el resto de las clases sociales. Mas precisamente: el Estado esclavista fue la forma de ejercicio del gobierno de la clase esclavista sobre el resto de las clases (esclavos, artesanos libres, comerciantes); así como el Estado Feudal fue la forma de ejercicio del gobierno de la nobleza feudalista (terrateniente) sobre el resto de las clases sociales (siervos campesinos, empleados públicos, artesanos libres, comerciantes, esclavos); de la misma forma que el estado burgués (capitalista, pues) es la forma de ejercicio del gobierno por parte de la burguesía minoritaria hacia la clase trabajadora mayoritaria.

La comprensión de esa regularidad en la historia de la humanidad llevó a Marx a formular la propuesta de cambio civilizacional del socialismo, y su forma específica de Estado, como el ejercicio del Gobierno, por primera vez en la historia desde que aparecieron las clases sociales, de la clase mayoritaria sobre las clases minoritarias. En tal sentido, cualquier ejercicio del gobierno legal de la expresión política de la clase trabajadora, no ya como minoría más organizada sino como mayoría, además organizada y con los aparatos coercitivos del Estado bajo su control, no es solo cuantitativamente sino también cualitativamente más legítimo que el de las clases antecesoras en el poder.

Cabe destacar que con mayor regularidad el paso a la posición de dominio de cada clase dirigente, incluido el ascenso de la burguesía a esa condición, y con ello el establecimiento de cada forma de sociedad, se dio inicialmente por medios violentos y posteriormente a través de la hegemonía ideológica con la cual la obediencia de las clases así gobernadas, identificada por algunos filósofos de la antigüedad como consenso o legitimidad, se volvió parte del acervo cultural.

Solo un breve paseo por la historia occidental nos muestra el ciclo de confrontaciones de la burguesía ascendente contra la nobleza feudal desde la baja edad media en toda Europa hasta la guerra civil de Inglaterra (1642-1682), y de ahí a la Revolución Francesa (1789), pasando por los ciclos revolucionarios de la burguesía contra el régimen feudal en 1820, 1830 y 1848 en Alemania, España, Portugal, Italia, Rusia y Grecia, hasta incluso la llamada “Primera Guerra Mundial” que acaba con los últimos regímenes feudales europeos, el zarismo ruso incluido, para corroborar que el ascenso al poder de la Burguesía tanto en Europa como en Norteamérica (Guerra de Independencia de 1875-1783 y Guerra Civil de 1861-1865) se alcanzó por medios violentos, y solo después de ello impuso como parte de su hegemonía ideológica su propia noción burguesa de legitimidad.

Pero a diferencia de la noción esclavista y feudal de legitimidad, fundamentada religiosamente en la supuesta voluntad divina en relación a la coronación de los monarcas y a su derecho también de origen divino a gobernar, la burguesía desarrolló el concepto de legitimidad elevándolo al rango de categoría jurídico-política, convertida hoy en parte esencial de la ideología legitimadora del régimen burgués, desde la cual se pretende descalificar a los movimientos revolucionarios socialistas en sus pujas por acceder y/o mantenerse en el poder con miras a la conformación del socialismo como nuevo tipo de sociedad.

En el campo del pensamiento liberal burgués, para Rousseau, por ejemplo, la legitimidad deriva de la “voluntad general” de la población (“los sometidos al poder”) de aceptar y/u obedecer al Estado y al Gobierno teniendo como basé un régimen, escrito o no, que funge como especie de “contrato social” entre los gobernados y el gobernante. Para Max Weber la legitimidad tienen tres fuentes, la tradición, el carisma y la racionalidad, y expresa la capacidad de un poder de hacerse obedecer sin tener que recurrir a la coacción implícita en la amenaza de la fuerza, de forma tal que se tendría por legítimo a un Gobierno que cuente con el consenso entre los miembros de la comunidad política para aceptarlo.

En ambos casos el concepto de legitimidad sólo sirve para explicar la aceptación-obediencia o el rechazo-desobediencia por parte de los gobernados partiendo de una sociedad y un Estado dados, es decir en plena vigencia, como resultado de la percepción del apego o de la violación a los requisitos pautados en el régimen (contrato social) entre gobernante y gobernados, o bien de la percepción de abundancia o de carencia de legitimación por tradición, carisma o racionalidad, pero no recoge el conjunto de situaciones que implican la transición de una sociedad a otra, de un tipo de Estado a otro, regularmente por medios violentos, durante la cual se imponen históricamente un nuevo tipo de racionalidad, de tradiciones y de carismas; y cuando digo se impone me refiero al uso de la coacción y la coerción material que a fuerza de materializarse sobre el cuerpo de los gobernados se convierte con el tiempo en potente (auto)regulador de la conducta social, cosa que no explica la categoría de “legitimidad” burguesa. Mucho menos recoge tal concepto, el choque de intereses económico-sociales y políticos de clase, antagónicos muchos de ellos tanto cualitativa como cuantitativamente (clases mayoritarias versus clases minoritarias).

Ahora bien, aun remitiéndonos solo a la perspectiva burguesa de legitimidad el Gobierno del presidente Maduro, con base en los requisitos del contrato social entre el gobernante y los gobernados (Constitución de la República Bolivariana de Venezuela) demostró que existió el 20 de mayo de 2018 la “voluntad general”, expresada tanto en la mayoría de los que fuimos a votar como en los que se abstuvieron puesto que así lo dispone nuestro contrato social, de aceptarlo como gobernante y ello impone, de acuerdo a las reglas de la democracia, la obediencia por parte de los que resultaron minoría electoralmente hablando.

Compárese los resultados electorales que otorgaron la presidencia a Maduro (67,84 % de votos válidos – 30,42 % del padrón electoral) con los que llevaron a la presidencia a cualquier gobernante americano y se verá claramente la legitimidad de origen desde el punto de vista del derecho burgués del presidente venezolano: Colombia, Iván Duque 54 % VV – 28,70 % PE; Chile, Sebastián Piñera 54,58 % VV – 26,46 % PE; Paraguay, Mario Abdo Benítez 46,44 % VV – 28, 32 % PE; Panamá, Juan Carlos Varela 39,1 % VV – 29,49 PE; Canadá, Justin Trudeau 39,46 % VV – 27,03 % PE; EEUU, Donald Trump 46,09 % VV – 27,2 % PE, caso éste que dejé de último por el llamativo hecho de que la contendora demócrata, Hillary Clinton, obtuvo más votos (48,18 % VV – 28,43 PE) y sin embargo el régimen de ese país legitima que a pesar de que la “voluntad general” escogió a una gobernante, sea otro el que acceda al poder.

Si basamos en Weber la acepción burguesa de legitimidad veremos que Maduro tiene como fuentes legitimadora para el chavismo, que es un movimiento político y social realmente existente con millones de militantes, simpatizantes y seguidores, así como para la población en general, la tradición inaugurada por el comandante Chávez en torno a las ideas del socialismo, el propio carisma del presidente en términos de los que Weber precisaba como heroísmo o ejemplaridad sobre todo por la capacidad de navegar en las turbulentas aguas de la agresión imperialista norteamericana y en la legitimación racional de en cuanto a motivaciones objetivas como los intereses materiales y sociales que amplios sectores de la población tienen en que el Gobierno Bolivariano de Venezuela siga desarrollando las políticas sociales que tantos beneficios nos han traído y que tenemos la aspiración racional de preservar y aumentar.

Pero es el caso que en el campo revolucionario hay también una categorización de la legitimidad política, destacando particularmente las aportaciones de Antonio Gramsci, precisamente el autor en quien se basan los izquierdistas que motivaron este escrito con su declaración de la pérdida de legitimidad de la revolución bolivariana.
Gramsci recoge de la concepción burguesa la idea de legitimidad como consenso pero otorgando un peso determinante al “complejo de las actividades prácticas y teóricas con las cuales la clase dirigente no sólo justifica y mantiene su dominio, sino también logra obtener el consenso activo de los gobernados”, es decir lo que el llamó sustento hegemónico como principios conformadores de la cultura del pueblo (hegemonía cultural).

Para el comentado autor esa hegemonía se da dentro de una “bloque histórico” entendido por tal un momento histórico-social dado en el que se corresponden a) unas relaciones materiales o estructura económica, representada por las corporaciones privadas, a lo que denomina sociedad civil, b) una forma de organización jurídico política del gobierno de la sociedad por parte de la clase hegemónica, a la que denomina sociedad política o Estado, y c) unas formas del pensamiento, es decir una ideología, expresión cultural de la hegemonía de la clase dirigente. Entonces para Gramsci la legitimidad viene dada por el consenso activo de los gobernados en torno a la forma del pensamiento hegemónico de la clase dirigente, de donde se deriva que es necesario producir una especie de desajuste en el Bloque Histórico en la esfera de la cultura logrando que la ideología de la clase trabajadora se posicionen como principios informadores o conformadores de la cultura del pueblo, lo que abrirá paso la hegemonía en la sociedad política (el Estado) y en la sociedad civil (la economía), es decir a un nuevo “bloque histórico”.

El asunto que no precisa Gramsci, y no podría haber lo hecho, es cuándo o en q condiciones cuantitativas o cualitativas se puede asumir alcanzada la nueva hegemonía cultural, aspecto por demás importante dado que desde 1998 el comandante Chávez inició un trabajo de promoción de nuevas formas del pensamiento, primero nacionalista, luego antiimperialista y posteriormente socialista, los cuales han cristalizado en un conjunto de ideas y prácticas sociales informadoras de la cultura emergente del pueblo, que coronaron una victoria en la dirección del Estado (sociedad política) en 2006, 2012 y 2018, solo faltando el acople de la sociedad civil, es decir de la estructura económica para completar la configuración inicial de un nuevo bloque histórico, terreno en el cual se libra actualmente una ardua lucha en la que se han conjurado en nueva “Santa Alianza” las más portentosas fuerzas económicas, políticas y culturales del Bloque Histórico capitalista mundial, para tratar de proyectar hacia dentro de la sociedad venezolana y hacia el exterior una supuesta carencia de legitimidad que favorezca la interrupción violenta del proceso de conformación del nuevo bloque histórico socialista en Venezuela.

De modo que solo desde una perspectiva burguesa externa a Venezuela el Gobierno Bolivariano, podría carecer de legitimación tradicional, carismática o racional puesto que efectivamente el proyecto socialista del siglo XXI no se acopla con el sistema hegemónico capitalista mundial, mas en lo que respecta a la legitimidad histórica civilizacional, la legitimidad burguesa nacional y la legitimidad gramsciana no existe gobierno más legítimo en el mundo que el de Nicolás Maduro Moros.