A partir del importante debate generado en el
país, respecto a la necesidad de dar respuesta a la coyuntura planetaria de un
sistema capitalista que, en el marco de su crisis estructural, viene dando
muestras de incapacidad para resolver las contradicciones que desde su propio
surgimiento se profundizan a lo interno del metabolismo social que le es
inherente, el gobierno venezolano ha propuesto un modelo socioeconómico y
político alternativo, que en la actualidad es vislumbrado desde la Comuna, como espacio para
su concreción.
Es así como el proceso político
venezolano iniciado en 1998 con el triunfo electoral del Comandante Hugo
Chávez, la convocatoria y elección de una asamblea nacional constituyente y la
consiguiente aprobación de la
Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela en 1999, ha
pasado por varias etapas en lo referido a la configuración de una propuesta de
modelo económico y de participación protagónica del pueblo. Una primera etapa estuvo orientada hacia la
estructuración de un modelo de desarrollo endógeno basado en el cooperativismo
y sus principios como formas de relaciones sociales de producción preconizadas.
En esa dirección se orientaron
políticas y recursos en el marco de la Misión “Vuelvan Caras” bajo la estrategia de los
Núcleos de Desarrollo Endógeno, la cual por razones estructurales y
gerenciales, resultó insuficiente para alcanzar la transformación, tanto del
modelo productivo nacional como del modelo de sociedad operante en
Venezuela.
En el año 2004, desde el Foro Social
Mundial realizado en Sao Paulo (Brasil), el presidente Hugo Chávez planteó la
necesidad de iniciar un debate sobre el Socialismo como modelo alternativo al
sistema capitalista. A partir de
entonces, ese debate se convirtió en propuesta electoral para la campaña
presidencial de 2006 por parte de los factores que respaldan al presidente
Chávez, recibiendo la legitimación del voto popular, en función de lo cual, a
principios de 2007 se presentó ante la Asamblea Nacional
el PDESN 2007-2013, el cual ha sido calificado por el propio presidente como “el
primer plan socialista de gobierno”, convirtiéndose en punto de arranque de
transformaciones estructurales en la pretensión de pasar de un modelo de
sociedad capitalista a un modelo de sociedad socialista.
Hoy, después del triunfo electoral
del 7 de octubre, y en el marco de un proceso constituyente, se nos plantea el
objetivo de construir las Comunas como medio para acelerar la transición al socialismo
tanto desde el punto de vista político, como desde el punto de vista de la
construcción de una base económica para dicha transición. Pero para avanzar en este objetivo es preciso
detenernos en el análisis de un conjunto de aspectos que vienen marcando el
nacimiento de las Comunas que, desde mi punto de vista, podrían ser considerados
taras orgánicas, provenientes del metabolismo social del capitalismo rentista
de cuyo seno viene surgiendo el socialismo bolivariano.
En ese sentido, el primero de esos
aspectos viene dado por el carácter no productivo de las Comunas impulsadas por
el Estado Venezolano. Como buenas hijas
de un Estado rentístico las Comunas en
construcción (y los consejos comunales que las integran) han venido
sustentando su dinámica de transformación de la realidad social en la renta
petrolera, y poco se ha avanzado en el surgimiento de una base material para el
sustento de esas comunas. Este proceso
es contrario al que dio nacimiento a las Comunas Socialistas en China, por
ejemplo, las cuales nacieron como instancias económicas que posteriormente
evolucionaron desde el punto de vista político y hasta de defensa integral del
país. Aquí se han creado comunas políticas con la pretensión de que evolucionen hacia instancias de carácter económico-productivo.
No digo que dicha lógica
imposibilite la consolidación de las Comunas, pero por lo menos debemos tener
claro que las experiencias históricas en el marco del socialismo transitaron
otras direcciones. De todas formas,
contra la concreción de dicha lógica también atenta la lógica administrativa
implementada hasta ahora, basada en una dispersión generalizada de los recursos
para que llegue un poquito a cada Consejo Comunal, sin que esta lógica haya
sido acompañada por una sana focalización de esfuerzos al menos en las Comunas
Priorizadas a escala nacional a fin de consolidar en ellas el modelo político y
productivo de cuya construcción se puedan sacar los aprendizajes necesarios
para su posterior generalización.
Otra de las taras orgánicas es la
cultura de la representatividad, aún no superada por el conjunto de la sociedad
venezolana. Esta cultura es la que
determina que en la inmensa mayoría de los consejos comunales –por lo menos los
conocidos por quien escribe– sean unos cuantos voceros los que cargan con todo
el peso de las acciones impulsadas por los consejos comunales. ¿Es que se pretende que los propios voceros,
solos, sean, además de toderos en la resolución de problemática comunitarias,
los que generen la transformación cultural para avanzar hacia el protagonismo
popular generalizado?
Para ello, además de los programas
educativos, cuyos resultados se verían a mediano y largo plazo, se requiere de
programas de formación de una conciencia de ciudadanía que ponga el acento en
la participación de todos los ciudadanos desde las instancias
comunitarias. Para esta tarea, la Revolución puede
apoyarse en el Sistema Nacional de Medios Públicos y en el uso de las Cadenas
de Radio y Televisión para la transmisión de dichos programas de Formación.
También hay experiencias de cursos y
talleres dictados por radio y televisión que pueden ser monitoreados por correo
electrónico en el caso de los que formalicen su inscripción en los
mismos. Muchos son los mecanismos que
los medios tecnológicos actuales ofrecen para acometer esta tarea.
Otro de estos aspectos de carácter orgánico
tiene que ver con la presencia del Estado Burgués como impulsor de las
Comunas. Hasta donde sé, ningún
organismo busca su autodestrucción. Por
el contrario, genera los mecanismos tendientes a su preservación. Ello podría explicar por qué en las Empresas
Socialistas y/o socializadas en manos del Estado, aunque se ha suprimido la
explotación por la vía de la socialización del plustrabajo para beneficio del
conjunto de la sociedad, se mantienen las mismas relaciones sociales y técnicas
adversariales, de subordinación y de dominación de una clase (social y política)
sobre otra. Lo mismo ocurre en la
mayoría de las instituciones del Estado, donde se mantienen las mismas estructuras
jerárquico-adversariales del Estado Burgués, con muy poca presencia de las
nuevas instancias de participación de los trabajadores del Estado –sin
mencionar que en algunos casos son perseguidas–.
Esto es acompañado de una especialización de instancias
para el impulso del poder popular con muy poca cooperación intra e
interinstitucional. Aquella crítica
lanzada por el Comandante Chávez el 5 de noviembre de este año, respecto a que
la mayoría de las instituciones asumen que las Comunas son asunto solo del
Ministerio del Poder Popular para las Comunas y Protección Social, es completamente
acertada, y además se replica en los demás ministerios y organismos adscritos,
la mayoría de los cuales tienen Direcciones y Gerencias dedicadas a la
articulación con el Poder Popular. Lo
que generalmente sucede es que dichas instancias quedan solas en la vinculación
con la construcción comunal, cuando no enfrentadas a la estructura burocrática
y satanizados los cuadros que en la dinámica con el pueblo se radicalizan en
apoyo del mismo. Es posible que si se
hace un análisis, se encuentre en esos espacios una molienda o un quematorio de
cuadros políticos revolucionarios.
La última tara a la que quiero hacer referencia es la que
proviene del desconocimiento y la renegación de las experiencias surgidas del
seno del pueblo, algunas de las cuales datan de décadas de construcción como
algunas Comunas de larga tradición en el estado Lara y otras más recientes en
el mismo estado y en otras partes del país, mismas que por no entrar en el
redil inflexiblemente establecido en la Ley
Orgánica de las Comunas y en la
Ley Orgánica del Sistema Económico Comunal,
han sido casi proscritas por las instancias rectoras en materia de Comunas.
Al respecto nos puede pasar como con las Cooperativas
históricas que había en el país antes del 99, las cuales habiendo logrado
sobrevivir en el marco del capitalismo rentístico venezolano, fueron
satanizadas como parte de la Cuarta
República, de lo viejo, pero sobrevivieron al cementerio de
nuevas cooperativas surgidas bajo el impulso de Vuelvan Caras, sin haber podido
aportar su experiencia a la política que se estaba impulsando desde el
Estado. En tal sentido, recurrir a las
experiencias acumuladas en esas Comunas de larga data, las cuales siguieron un
camino inverso al que hoy se ha venido impulsando, es decir, primero fueron
instancias de coordinación de la producción, el intercambio y la
comercialización y luego fueron evolucionando en lo político, puede contribuir
a repensar y relanzar la política de construcción del Estado Comunal sobre
bases nuevas, sobre experiencias acertadas y erradas que puedan lanzar luz
sobre la actual construcción, para así acercarnos al cumplimiento del objetivo
de implementar las Comunas como espacio de concreción del nuevo modelo
económico y político que sirva de base a la sociedad socialista que soñamos y
vamos construyendo en la Venezuela
Bolivariana en el siglo XXI.