miércoles, 27 de julio de 2011

La cultura del barrio y la esperanza dentro de los refugios

Como parte de las responsabilidades políticas inherentes al cargo que ostento, la revolución me asignó la tarea de ser padrino político de un Refugio con 1530 personas.

Esta tarea me ha colocado en la necesidad de reflexionar sobre lo que algunos llaman la cultura del barrio. Por esta entiendo el conjunto de conductas, valores y comportamientos que rigen la vida en colectivo dentro de los barrios populares, fundamentalmente en el centro del país. Esto incluye, desde las más sublimes expresiones de solidaridad, colaboración, arte, organización, seberes, entre otros, hasta las manifestaciones más atroces de conductas francamente enfrentadas a la natural condición gregaria de los seres humanos. 

En tal sentido, interesa destacar dentro de esta cultura, lo que podríamos llamar, la subcultura del malandreo, que consiste en la imposición del más fuerte sobre el resto de la comunidad, a partir del ejercicio violento del control social por parte de individuos y grupos sustentados en el temor del resto de los ciudadanos respecto de dichas conductas violentas.

Esta reflexión viene a colación porque en mi refugio, se expresa esta cultura, tanto en su manifestación activa (el que malandrea) como en su manifestación pasiva (el ciudadano que por temor a represalias permanece sometido a la ley del malandreo).  Después de darme varios golpes con la realidad, al intentar retomar niveles aceptables de observancia de las normas de convivencia, un señor del pueblo, con palabras muy sencilla, me hizo entender con precisión la naturaleza y causa del problema. 

Nosotros quisimos que cada jefe de familia conversara con su núcleo la necesidad de cumplir las normas de convivencia, pero la realidad es que muchos jefes de familia o son los que incurren en los comportamientos alejados de las normas, o son gobernados por sus hijos, practicantes del malandreo.

Siendo así, mantener la estrategia escogida de realizar asambleas para pedir a los padres de familia el cumplimiento de las normas de convivencia, sería tan inútil como contraproducente.

Si partimos de la aprehensión de la realidad tal cual es, y no como quisiéramos que fuera, deberíamos tratar de garantizar las condiciones para que la acción de los ciudadanos comprometidos con la convivencia armónica, tenga como hacerse valer.

Estos ciudadanos, portadores de los valores plausibles dentro de la cultura general del barrio, cumplen las normas, pero padecen el desgobierno.  Éste surge porque no están dadas las condiciones para que la decisión de la mayoría, de vivir con tranquilidad, se cumpla.  Se toman decisiones en asambleas de ciudadanos pero al no haber fuerza pública que las lleve a efecto, se diluye el esfuerzo, lo que, a su vez, termina minando las bases de la legitimidad del auto-gobierno de los refugiados, quienes quedan desacreditados al no poder hacer cumplir sus decisiones.

La realidad es que la violencia es una conducta estructural en una parte de la población proveniente de los barrios, y que la cultura del barrio genera complicidad pasiva; y si se quiere tomar el toro por los cachos, hay que garantizar las condiciones para que se cumpla la Ley Especial de Refugios Dignos.

Esto es imperante para salvar la esperanza en mi refugio. Por esperanza me refiero a la presencia de niños y niñas en el refugio. Niños tan inocentes como cualquier niño del mundo.  Anoche fui a una de tantas reuniones con voceros y coordinadores de entre los refugiados, y vi a tres niños jugando con una computadora Canaima entregada por el gobierno revolucionario. Al tener la oportunidad de jugar con ellos me reconvencí de que allí está viva la esperanza. Me reconvencí de que, a la transformación de la conciencia de esa parte de la población en situación de refugio portadora de la subcultura del malandreo debemos acompañarla con la transformación material de sus condiciones de vida dentro del Refugio, y ello pasa necesariamente por garantizar que el gobierno instalado a lo interno del mismo, sea un gobierno efectivo y con el poder para hacer cumplir las normas y las decisiones de las asambleas de ciudadanos y ciudadanas.  Solo así habrá condiciones para que el influjo de los más granados valores de la cultura del barrio, ayuden al Refugio a cumplir con su objetivo de sostener la transición hacia el vivir bien dentro de una sociedad que se encamina al socialismo.

Si no lo hacemos, fracasaremos en lo estructural, pues los señalados elementos negativos de la cultura del barrio serán trasplantados a los nuevos urbanismos, produciendo tan solo el desplazamiento geográfico de las problemáticas sociales asociadas a equella, con su carga de violencia y anti-valores sociales.


lunes, 25 de abril de 2011

El Turismo Social y la Revolución Socialista en Venezuela

Desde el 4 de enero, fecha en que asumí la Dirección General de Turismo Popular, se nos planteó por parte de camarada Ministro del Poder Popular para el Turismo, Alejandro Fleming, y siguiendo las orientaciones del líder de la Revolución, el Comandante-Presidente Chávez, el reto de masificar el acceso al ejercicio del derecho a la recreación, haciendo énfasis en los sectores históricamente excluidos por el capitalismo.

Desde entonces hemos logrado beneficiar a más de 48.000 personas de escasos recursos, fundamentalmente beneficiarios de las Casas de Alimentación, adultos y adultas mayores atendidos por el INASS, personas con discapacidad y miembros de Consejos Comunales. El reto no ha sido fácil pero el método de trabajo nos ha permitido romper las barreras del ensimismamiento intrainstitucional, siendo impulsores de la articulación de las instituciones del Estado en todos los niveles.

Aún queda mucho por hacer.  Y estoy convencido de que ni los saboteos internos (no políticos sino más bien de individualidades que se niegan a dar paso a la nueva concepción del turismo como actividad social y comunitaria) ni las limitaciones de un plan operativo mal concebido (el cual heredé) evitarán que este año se convierta en el año de la explosión del turismo social, con lo cual estaremos haciendo un importante aporte al logro del buen vivir entre los ciudadanos venezolanos, lo que esperamos que redunde en fortalezas para el proceso bolivariano de cara a los retos políticos que nos depara el 2012.