La obra La Economía Política
de la transición al socialismo, del
camarada de Jesús Faría (2da Edición), publicada en noviembre de
2014 por el Fondo Editorial “William Lara” de la Asamblea
Nacional, es en términos generales un importante aporte para la
elaboración de una teoría de la transición al socialismo en
Venezuela, que debe ser publicitado a efectos de que forme parte de
los documentos referenciales en la formación política e ideológica
de la militancia socialista de cara a la actual etapa que vive la
revolución bolivariana después de la desaparición física del
comandante Hugo Chávez.
No
obstante me parece importante advertir sobre la manera de enfocar
ciertos planteos por considerar que de no ser bien explicitados
pudieran causar confusiones teóricas que de alguna manera ya han
sido resueltas por autores dentro de la tradición marxista. Voy al
grano:
En
primera instancia resalta que
no se aborda con suficiencia el problema teórico que supone plantear
una transición al socialismo toda vez que el socialismo en sí mismo
es una fase transitoria hacia otro escalón de evolución social como
es el comunismo. Incluso al final del libro se plantea que el
comunismo es una fase superior del socialismo en contravención de la
elaboración teórica original de los creadores del socialismo
científico que consagraba al socialismo como fase inferior del
comunismo. En todo caso debe quedar claro que se trata del necesario
el esclarecimiento de las regularidades que deben imperar en la fase
de transición a la transición, es decir en la fase que media el
paso del capitalismo al socialismo, como fase a su vez transitoria
hacia una sociedad sin divisiones de clase.
Se
aprecia también una inversión entre los factores objetivos y los
subjetivos a la hora de explicitar las causas de la caída del bloque
de países socialistas con Rusia a la cabeza, apuntando a las
debilidades en la conciencia de clase de los trabajadores en el
socialismo soviético como factor determinante de dicha caída, sin
que se desprenda de la lectura de la obra de Faría la captura de la
dialéctica entre los factores objetivos, tanto de orden económico
como político, y los subjetivos, es decir que la exposición no
permite captar los fenómenos sociales en su movimiento dialéctico
que concatena las causas con sus efectos y los efectos convirtiéndose
a su vez en causas de la agudización de las causas en última
instancia.
El
autor afirma en la página 30 de su obra, que solo “la clase obrera
en alianza estratégica con los sectores progresistas y nacionalistas
de la sociedad, puede encabezar la lucha consecuente por la
liberación nacional y el desarrollo independiente”. Esto lo hace
inmediatamente después de descartar a la burguesía nacional de
dicha alianza. Esto supone la unión de una clase con “sectores”
a los que se califica de progresistas y nacionalistas, pero sin
precisar sin son sectores de clase o si son sectores que trascienden
las clases, en cuyo caso se caería nuevamente en idealismo. Creo
que en este punto se incurrió en una ligereza discursiva que se
sustrae del análisis de clase precedente y por tanto debe ser
corregida.
En
la página 96 se desliza nuevamente una imprecisión que hace a
nuestro autor incurrir en lo que posiblemente sea una error de
idealismo, al afirmar que el Estado venezolano “ya no ejerce su
dominación sobre el pueblo para enriquecer a una élite burguesa”.
No se puede incurrir en el error de creer que tener actores
revolucionarios en los puestos de mando del Estado implica haber
derrocado definitivamente los intereses de la burguesía de la acción
del Estado. Por otra parte durante estos 20 años de revolución han
continuado funcionando los mecanismos directos e indirectos para la
captación del ingreso nacional por parte de la burguesía nacional e
internacional, puesto que aunque en la distribución directa de dicho
ingreso el factor trabajo ha recibido el 70 % frente el 30 % del
factor capital, a través del consumo ese ingreso termina
mayoritariamente en las arcas de la élite
burguesa.
En
la página 141 de la obra comentada se lee que en las naciones
capitalistas desarrolladas se produjo la democratización de la
propiedad de la tierra como condición previa para el desarrollo. En
realidad lo que se produjo fue el sometimiento del factor tierra a
las relaciones capitalistas de producción, primero a través del
arrendamiento y posteriormente a través de su adquisición. Este
proceso que sirvió para suprimir las trabas de las relaciones
sociales feudales al desarrollo de las fuerzas productivas bajo el
capitalismo no puede ser confundido con una democratización de la
propiedad de la tierra, a no ser que se acote que, en todo caso, se
trató de una democratización limitadamente burguesa.
Otro
aspecto abordado de manera quizás insuficiente es el de los mecanismos
de dirección y gestión. A ese respecto, en las páginas 149 y 155
se plantea la cuestión del destino del personal gerencial y
directivo, así como la necesidad de implementar el control obrero
como consecuencia de la limitada presencia de cuadros para asumir las
riendas del aparato económico. En estos planteos se obvia la
caracterización de la típica división capitalista del trabajo que
establece una estricta separación entre el trabajo manual y el
intelectual, la cual debe ser erradicada de inmediato, permitiendo
aprovechar los conocimientos del personal directivo y gerencial
al tiempo que se le reeduca para ejercer al mismo tiempo, junto al
resto de los trabajadores, el trabajo manual e intelectual, es decir,
el trabajo directivo-administrativo y el trabajo operativo. Por
otra parte debió definirse mejor el control obrero
para diferenciarlo de la gestión obrera
toda vez que dichas categorías son, las mas de las veces, tomadas la
una por la otra.
Finalmente,
llama la atención a lo largo
de la obra comentada el recurso a la “obsesión por la ganancia”
para explicar el funcionamiento del mercado y el comportamiento
empresarial, como si dicha “obsesión” no fuera un reflejo de una
determinación objetiva de la lógica del capital, aunque
en defensa del autor, al final de la obra explica que de ir contra
esa lógica del capital, las empresas orientadas por la competencia de
mercado marcharían inexorablemente a la quiebra.
Todas
estas observaciones de fondo, sin embargo, no anulan para nada el
gran aporte que hace el camarada Jesús Faría a la elaboración de
una sólida teoría para orientar la fase transitoria entre el
particular capitalismo rentístico venezolano y el socialismo
productivo con base comunal que proponemos dentro del objetivo de
construir una sociedad de justicia para
Venezuela.